Covid-19, la suspensión de inmigración por Trump y los efectos para Centroamérica
Pessoas aguardam para reagendar audiências de migração em Jose Luis Gonzalez/Reuters)
Por Stefany Lorena Ramos Escobar y Renata Peixoto de Oliveira*
En plena crisis del coronavirus el presidente estadounidense Donald Trump alentó a los ciudadanos para que protesten contra el actual confinamiento del Covid-19, llevándolos a contradecir las indicaciones de los expertos sanitarios. Esto es una evidencia de que, para el gobierno, lo importante es rescatar a la economía. También, con la misma preocupación, suspendió, por período equivalente a 60 días, la inmigración en el país. La medida fue por él anunciada el pasado 20 de abril, con un mensaje en su cuenta de Twitter.
Uno de los objetivos principales de la suspensión de la inmigración, de acuerdo con la administración Trump, es poder ayudar a lxs estadounidenses a estar primerxs en la fila para conseguir trabajos cuando Estados Unidos vuelva abrir diversos sectores productivos y establecerse económicamente. Acá, la idea de América Primero está muy presente, puesto que al presidente sería muy injusto reemplazar trabajadorxs americanxs por inmigrantes.
Esta medida será ejecutada para todo aquel extranjero que quiera buscar la residencia permanente llamada la green card, o tarjeta verde. Alrededor de un millón green cards son emitidas anualmente en los Estados Unidos, lo cual otorga a los inmigrantes la oportunidad de naturalizarse y, así, de tener a todos los beneficios asegurados de ciudadanía. Quedan fuera de esta medida todas aquellas personas que entran al país en condición no migrante, o sea, por un tiempo determinado.
El orden de no permitir las inmigraciones tendrá ciertas excepciones, como, por ejemplo, el caso de inmigrantes que trabajan en el sector agrario, puesto que se asegura que ellos no se verán afectados ante dicha medida.
Durante la última semana, la Casa Blanca puso cartas en el asunto utilizando la emergencia actual para deportar de forma inmediata a inmigrantes. Según datos oficiales de inmigración, a inicios de abril, Estados Unidos expulso la cantidad de 6.300 inmigrantes por la frontera de México tras la aprobación de dichos poderes emergenciales. Y a su vez, también suspende leyes que antes protegían a niños menores de edad y solicitantes de asilo político. De igual forma, el número de migrantes también se disminuyó, puesto que se redujeron los cruces fronterizos ilegales, por causa de la cuarentena y las restricciones de viaje en toda la región, según información de las autoridades de inmigración de EE.UU.
Es importante percibir que el ocaso de la pandemia fue providencial a los delineamientos de la política externa de Trump en lo que consiste la polémica de las migraciones. El marco de su abordaje ha sido la construcción de un muro en la frontera sur con el México. El orden de emergencia de salud pública dada por los centros para el control y la prevención de enfermedades (CDC) de Estados Unidos prohíbe la entrada de extranjeros considerados como un “peligro grave” para la expansión de enfermedades transmisibles. Estados Unidos tiene, en este momento, un alto grado de contagios de coronavirus, el mayor índice del mundo, según la Universidad de Johns Hopkins. En cuanto escribimos el texto, tenemos más de 500.000 infectadxs y casi 19.000 fallecidxs.
El gobierno comenzó a vincular la realidad de cualquier inmigración con el virus y subsecuente riesgo de contagio, esto incluso exacerba el tema de la xenofobia. Acompañamos ya por la prensa como personas de origen asiática sufrieron con la asociación de la COVID-14 al hecho de que el epicentro hubiera sido la ciudad de Wuhan, en China. La mayoría de los programas de visados se han congelado, esto quiere decir que nadie puede pedir visa para ninguna finalidad, en este momento. Todas las entrevistas y ceremonias de nacionalización se han modificado las fechas, el programa de refugiados se suspendió y en la frontera se ha aplicado la determinación de devolver todo aquel que intente ingresar. Han cerrado la frontera con México y Canadá para evitar la entrada de inmigrantes ilegales y legales al país.
La frontera sur y la situación centroamericana
Por la pandemia, la mayoría de lxs detenidxs en la frontera son enviadxs de regreso a México y otrxs directo a sus países de origen. Estas personas que intentan ingresar a los Estados Unidos son provenientes de Guatemala, Honduras, El Salvador, México. La motivación que presentan es que huyen de la pobreza, de la violencia extremada que se vive día tras día en estos países. Con la creación del muro muchos migrantes ilegales se encuentran en una mayor fragilidad al querer intentar cruzar a los Estados Unidos para cumplir “El sueño americano”. Esto, desde la administración Trump, ha evidenciado la situación de inmigrantes que deciden devolverse a sus países de origen.
Sabemos que mucho de la transmisión se pasó por el hecho de que ciudadanxs de los EEUU realizaron viajes para países como China o países europeos, o recibieron personas de estas localidades. Mismo con restricciones a los vuelos internacionales, sabemos que los impactos de las medidas de suspensión migratoria afectan sobre todo a Centroamérica, puesto que mucho de su economía y de la renta de las familias depende de las remesas de sus familiares que viven en los EEUU. La pandemia, por si sola, afectó a la economía, por la necesidad, indiscutible de la cuarentena. Es estimado que cerca de 22 millones de empleos han sido afectados. Pero son los empleos ocupados por inmigrantes que están en la lista de preocupaciones del gobierno Trump.
La denigración del inmigrante fue un tema central y prioritario en la campaña electoral de Donald Trump, en el año 2016. El propio Trump anunció que la actual medida de suspensión de inmigrantes es un intento más de recargar energías a su base electoral puesto que este es un año de elecciones. La lucha contra el coronavirus es un arma cargada de propaganda política por parte del presidente.
Según el legislador Joaquín Castro, demócrata por Texas y presidente del caucus hispano en el Congreso “Esta acción no sólo busca distraer la atención del fracaso de Trump para frenar la propagación del coronavirus, sino que es un movimiento autoritario que quiere aprovecharse de una crisis para imponer su agenda anti inmigración”.
Sin embargo, según expertos como Alex Nowrasteh, del Cato Institute, el presidente tiene la jurisdicción para propagar este tipo de pautas en un período de crisis sanitaria. Pero sería un precepto sin precedentes, ya que a partir de ahora se puede llevar a juicio a todos los que crucen ilegalmente; quitar a los hijos de los inmigrantes que intentan cruzar por la vía ilegal; ser más estrictos en los estándares de asilo; decelerar el número de personas por día que tienen permitido solicitar asilo; obligar a los solicitantes de asilo a quedarse en México mientras esperan sus fechas en la corte.
Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la población de los países del Triángulo Norte Centroamericano (Guatemala, Honduras, El Salvador) han estado siempre amenazados con las deportaciones masivas de los migrantes indocumentados y con un alto grado de control en las fronteras, siendo víctimas de situaciones de humillación y violaciones de los derechos humanos. Todas estas advertencias y dictámenes de las nuevas políticas migratorias han puesto ahora más en riesgo a los centroamericanos que viven en los Estados Unidos en situación migratoria irregular. Muchos de ellxs han sido víctimas de violencia y pobreza, como también del autoritarismo gubernamental, o mismo, abusos diversos y corrupción en su tránsito por la región y su ingreso en México. Son múltiples los aspectos a considerarse en migraciones del tipo trasnacional, como evidenciado antes con la circunstancia de las caravanas centroamericanas con destino a los EEUU.
Las políticas migratorias de los Estados Unidos, sumados a estas decisiones recientes, llevan al fortalecimiento de México como lugar de destino de lxs migrantes centroamericanxs. Estados Unidos está dejando a México encargado de todxs lxs migrantes que intenten cruzar al país. Así, el gobierno mexicano asume una obligación de reconsiderar a su posición estratégica y de redefinir sus formas para interaccionar con migrantes de la región del Triángulo Norte.
Las economías centroamericanas están cada vez más débiles, el regreso masivo de ciudadanxs centroamericanxs deportadoxs de Estados Unidos traería severas complicaciones en la actual quebradiza económica y estabilidad social de sus países. Su situación ya era extremadamente difícil, en un marco de crisis humanitaria sin precedentes. La caída drástica de las remesas y el desgarre de migrantes de retorno a contextos donde reina la violencia y escases de fuentes de empleo, que motivó su salida del país, declinaría todavía más a la crisis económica y social que ya viven hace algunas décadas.
En 2016, la dependencia de remesas por parte de inmigrantes en los EEUU ya abarcaba parte considerada del PIB de estos países. En el caso de Honduras, 20% del PIB proceden de las remesas de los migrantes; en El Salvador, 16.4%; y Guatemala, 10%, aproximadamente. Actualmente, en el mes de abril de 2020, hemos tenido una caída de las remesas siendo que para El Salvador cayeron a un 11%, Guatemala se mantiene en un 10%, Hondura cae a un 13%.
El coronavirus es más un desafío a estos países y su población y propició más armas al gobierno Trump en su agenda contra migrantes.
* Stefany Lorena Ramos Escobar es bachiller en Relaciones Internacionales y Integración por la UNILA. Estudiante de la maestría en Integración Contemporánea de la América Latina, PPGICAL-UNILA. Renata Peixoto de Oliveira es Doctora en Ciencia Política y profesora en la UNILA. Coordinadora del PPGICAL-UNILA y miembro del INCT-INEU.
** Recebido em 20 abr. 2020. Este Informe não reflete, necessariamente, a opinião do OPEU, ou do INCT-INEU.